Hace poco presenté estas dos obras en proceso. Solamente había trabajado en la textura y en los dibujos que buscaba representar a través de ellos.
Volviendo al trabajo, en Arte Tinamar y con la ayuda de Pino Hernández, poco a poco en unos días fui dando color y más formas a estas pátinas. Diría incluso que se ha conseguido bastante el efecto de relieve y sobre todo el del paso del tiempo, algo que buscaba dejar reflejado.
Con «Pátina» I y «Pátina II» quería acercarme al punto de origen de todo, al inicio, a la evolución que todo va tomando con el paso del tiempo y que sigue ahí. La idea de tiempo como unidad de medida se escapa al planteamiento que busco. No solo quiero reflejar ese paso del tiempo sino que también mi interés es ahondar en la idea del cambio, anexa al tiempo, pues este es un ingrediente que de alguna forma condiciona la evolución o el cambio. Así queda patente en el concepto de pátina, de dónde se encuentra físicamente, y qué es lo que esconde bajo sus milimétricas capas.
Muchos de los grabados se ven cubiertos de materia, escondiendo sus formas y dejando en un misterio, en muchas ocasiones, su origen, su significado, y, sobre todo, la existencia en sí misma.
Los colores empleados reflejan el color de la tierra, del musgo, el paso del tiempo o la rotura de la superficie que alberga estos dibujos, hechos con incisiones o friccionando con herramientas primitivas. ¿Quién pudo hacer estas marcas sobre la roca? ¿Qué significado tendrían para sus creadores y congéneres? Misterios sin desvelar, conocimiento perdido, tal vez.
Un origen poco conocido que nos invita a fantasear sobre cómo pudieron haber sido esos aborígenes canarios, qué les motivaba y por qué se vieron en la necesidad de grabar o de comunicarse con otros a través de este tipo de expresión. Arte puro, libre, en plena naturaleza.
