Desde el sur de Gran Canaria, partiendo desde Maspalomas en dirección al interior de la isla, encontramos un agradable pago que hace las delicias de quien pasea por la zona. Y es Fataga: Un lugar mágico. Son buenos momentos los dedicados a disfrutar de los lugares que transitamos.
Discurriendo por la serpenteante carretera de subida a este pago, nos encontramos con el Mirador de Degollada de las Yeguas. El coqueto casería de Arteara con su yacimiento arqueológico también está de camino. Pero esa es otra visita que anotar en nuestra agenda. Hoy, nuestro objetivo es Fataga.
Podríamos decir que Fataga es el único o uno de los pocos pueblos blancos que hay en Gran Canaria. Un toque pintoresco y con personalidad, haciéndolo casi único. Una bonita estampa donde retratarse.
No cabe duda de que Fataga es un lugar mágico. Parar, respirar el ambiente de pueblo, o callejear por sus estrechas calles y descubrir sus casas de tipología canaria, crean una experiencia curiosa, y nos encanta vivirla. Además, cuando nos adentramos en el corazón de este caserío descubrimos a cada paso que demuestra tener un fuerte vínculo con la cultura. Y también con el arte, e incluso con la conservación de sus tradiciones.
En un rincón se conserva una pequeña acequia que se utilizaba como lavadero. Unas fotos colocadas justo al lado atestiguan la ardua labor de las mujeres lavanderas a orillas de barrancos y acequias. Seguimos paseando y las paredes de las calles están decoradas con iconografía popular canaria: el «naife» o cuchillo canario, o la silueta de un perro, probablemente de raza canaria.
Es motivador descubrir que al lado o por encima de las puertas de entrada de las casas hay colocadas unas placas, quizá de barro, con nombres de personas, que tal vez pueden ser los nombres de quienes las habitan: Antonio y Saro, Michael, Tino y Claudia, Manolo y Paqui… Esto nos lleva a pensar que puede tratarse de una iniciativa vecinal con la que afianzar la convivencia entre vecinos y vecinas. Incluso proyectos desarrollados a través de asociaciones de vecinos o culturales que buscan preservar la tradición y el estilo de vida de un pequeño caserío. Interesante. ¿Sabes algo sobre ello? Nos encantaría que lo compartieses con nosotros.
El callejeo nos lleva a sitios tan particulares como una panadería, a una tienda de artesanía, a un lugar donde comprar vino de la zona, o a encontrarnos casi por sorpresa la casa estudio del artista canario Luis Montull, Un espacio que esperamos que pronto se convierta en en un museo dedicado a este inigualable artista de índole indigenista.
Las zonas ajardinadas, las esculturas que decoran el paseo, la plaza de la Iglesia de San José, presidida por una escultura de Montull cuya temática es la mujer artesana. Tesoros que esconde Fataga y se encuentran ante nuestros ojos para ser disfrutados. Y no podemos dejar atrás la nueva adquisición de la plaza: Un busto realizado por el escultor Chano Navarro Betancor, y llamada «El Cansancio«, pieza dedicada a los mayores del barrio. A sus pies podemos deleitarnos con la famosa composición del escritor español Pedro Calderón de la Barca (1600-1681):
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Pararemos a descansar en alguno de los rincones y bancos del barrio para tomarnos un respiro, hacer unos dibujos que nos recuerden el paso por Fataga, para luego seguir nuestro camino hacia otros mundos, hacia otras ilusiones, pues como bien nos relató Calderón de la Barca, «que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son«. Sigamos soñando pues, que aún nos queda mucho por aprender, y mucho por vivir.