En julio de 2015 se llevó a cabo este proyecto en la Sala La Caldereta en San Mateo, por parte María Díaz, Pino Hernández y Eva Sarmiento. Las artistas me invitaron a realizar una presentación de la muestra en el acto inaugural. Aquí el texto.

El concepto de “isla”, muy característico y familiar para nosotros por ser el entorno en el que nos movemos, donde residimos es uno de los conceptos que se estudian en “Arena, espuma y bruma”. El sentimiento de isleño y terruño se encuentran muy presentes en quienes han nacido, crecido o están viviendo en una isla. Isla puede entenderse como una porción de tierra rodeada por todos sus costados, con clima similar en toda su extensión, y paisajes en ocasiones exóticos, únicos.

Pino Hernández, María Díaz y Eva Sarmiento residen actualmente en Canarias, y a su vez viven en contextos distintos, Lanzarote, Vega de San Mateo y Las Palmas de Gran Canaria, sin olvidarnos de sendas trayectorias, que en ocasiones las han llevado a otros tantos puntos geográficos. El Archipiélago posee una variedad de luces y contornos, costas suaves y abruptas, el agua de sus manantiales, su naturaleza, la dureza o por contra la dulzura de los paisajes volcánicos… Para ellas, un espacio perfecto por esa indescriptible variedad de su entorno.

Esa luz irrepetible y paisajes de contrastes extraordinarios que desde el siglo XIX ya se consideraban lugares únicos para crear. Estas impresiones no han pasado desapercibidas para muchos artistas, entre los que se encuentran las protagonistas del proyecto que hoy presentan, “Arena, espuma y bruma”, expuesto en La Caldereta Sala de Exposiciones en Vega de San Mateo. Si nos detenemos en el paisajismo de fines del siglo XIX, veremos que tiene dos vertientes: a) un realismo claro, bastante objetivo, que refleja su propia transformación; y b) una visión idealista y nostálgica, muchas veces al estar lejos de su tierra. Poco a poco van introduciéndose otras características estéticas a esos paisajes, como toques impresionistas o idealistas. Ambas visiones están presentes en esta muestra, habiendo añadido componentes de la modernidad, como la expansión del color en el lienzo, composiciones aunque a veces no con una lógica clara, sí equilibradas, la abstracción o un realismo que nos acerca a la idea figurativa del paisaje. Características fotorrealistas, minimalistas, color field, un sutil surrealismo e incluso un simbolismo siempre reflejando el fuerte vínculo con la isla y, cómo no, con el individuo que la habita, con ellas mismas.

El juego del color, la composición o el propio formato utilizado (papel, lienzo, dibond…), son un eje fundamental para expresar dentro del entorno de cada una de ellas, sus reflexiones donde la arena, la espuma y la bruma son las protagonistas. Estudian el espacio y su relación con el individuo, el cómo es y cómo ha evolucionado ese espacio, ese paisaje, y ellas mismas.

Espacios amplios dejan paso a lugares más reducidos e intimistas, más detallistas e incluso irreales o ideales. Horizontes, costas, paisajes, son a menudo descritos bajo las técnicas empleadas. Técnicas como el pastel, acrílicos u óleos, fotografía, o la sencillez del dibujo crean una arquitectura del paisaje bajo arena, espuma y bruma. Esa paz, ese sosiego que transmite el horizonte, la inmensidad del mar, los amplios cielos libres de barreras visuales y con sus colores en cada momento, son conceptos que quieren reflejar en la obra, el deseo de permanencia frente a lo efímero del momento.

Esta idea es utilizada por Hernández, Díaz y Sarmiento para aprovechar la paleta de colores natural que ofrece el territorio a modo de reflexión intuitiva sobre el formato en el que han

trabajado, interpretando el paisaje que ven más que copiándolo. Cada una se encuentra en un entorno dispar, en donde aparecen la arena, la espuma y la bruma bajo conceptos muy diferentes, materiales distintos, y sobre todo, colores que van del ocre de las arenas de las playas al verdoso de las aguas de las fuentes y acequias, sin olvidarnos de los claros y oscuros, marrones o negros de lo volcánico.

Como otros tantos, estas tres artistas se interesan por un aspecto geológico que posee fuertes valores abstractos, generando composiciones no definidas, no siempre realistas, dando pie a que su obra tenga características variables en cuanto a estilos y técnicas, como ya hemos comentado, lo que se transforma en una interesante riqueza plástica.

Así, como Miguel Hidalgo expone en su escrito, su obra ayuda a preservar de manara continua algo que es efímero.

Es notoria la intención -o tal vez, osadía, audacia- de las artistas de buscar nuevas formas de expresión, no solo en técnica, sino también en imagen y composición. El juego que permiten la arena, la espuma y la bruma ayuda a experimentar con los trazados de las líneas con formas rectas y curvas, difusas, la definición de la forma de los elementos de la composición, que en ocasiones sobrepasan el propio formato y se expanden hacia fuera, buscando casi el horizonte. Pero sobre todo, el logrado trato de la luz en los diferentes espacios retratados: en el mar, costas bravas o tranquilas, atardeceres, en el campo o la montaña, volcanes, secanos, la frondosidad de la naturaleza y sus evidentes claroscuros…

El atrevimiento en cuanto al amplio uso de estas imágenes crean en esta muestra la expectante realidad efímera que los elementos de la naturaleza nos brindan, y con los óleos, pasteles, dibujos o la fotografía, ayudan al espectador a no olvidar y conocer la idealización de esos paisajes, surgidos a través de la intuición e imaginación de María Díaz, Pino Hernández y Eva Sarmiento.