Cuando comencé a leer El reloj de Elwinga nunca pensé en que llegaría a quedarme con las ganas de leer más, de que el libro siguiese contando su historia. Sandra Franco Álvarez y Juan José Monzón Gil, a través de su escritura cómoda y sencilla, junto con las ilustraciones de Elena Ferrándiz lograron que me emocionara a la vez que leía, pues no se trata solo de una novela juvenil histórica, sino de una novela vivida por sus protagonistas dentro de un contexto nada sencillo, y que hoy día, de alguna forma, puede tener algunas réplicas.

Por ello, se hace muy importante que lecturas como El reloj de Elwinga sigan promocionándose y apoyándose, para que, al menos, no olvidemos lo que una vez pasó y de alguna manera hoy puede repetirse. Lectura imprescindible para jóvenes y adultos y todo tipo de lectores.

Adentrarme en esta historia a través de cartas escritas por sus protagonistas, a través de la música, del amor y la amistad, y de la propia Historia de la Humanidad, ha supuesto degustar uno a uno los ingredientes que crean la esencia de este libro, dando como resultado un emocionario tan real como la vida misma.

Si a todo ello sumamos el conocer un poco lo que hay detrás del libro, lo que fue el germen de esta historia, las inquietudes de sus autores, el valor de El reloj de Elwinga se multiplica de forma exponencial.

Agradezco a Sandra y a Juan José el esfuerzo que han realizado para que hoy y mañana podamos seguir disfrutando, con pleno conocimiento y consciencia, de la libertad, pues como bien queda expresado en la cubierta del libro, <<esta novela nos viene a decir que no se tiene libertad para siempre. Hay que mimarla y defenderla todos los días>>.

Mimemos y defendamos la libertad de hoy, para que en un mañana nuestros ojos no vean ni revivan historias del pasado, y caminemos hacia un mundo un poquito mejor. De ahí la verdadera importancia de El reloj de Elwinga. Gracias.

Más sobre <<El reloj de Elwinga>> en su sello editorial.