Pocas son las oportunidades con las que últimamente contamos para realizar una valoración sobre acciones participativas artísticas que puedan influir en las políticas culturales, y en nuestro caso, en Canarias.

Una de esas oportunidades es la que se presenta mediante la dirección y el comisariado de PSJM, cuyo resultado es la exposición de arte participativo en la Galería Manuel Ojeda de Las Palmas de Gran Canaria, «Arte participativo y políticas públicas culturales».

La Revista de Arte Contemporáneo ArtiShock, aborda en un artículo al respecto que:

La exposición Arte Participativo y Políticas Públicas Culturales es el resultado del taller homónimo impartido durante dos meses por el colectivo PSJM, integrado por Cynthia Viera y Pablo San José. Esta experiencia formativa —teórica y práctica— estuvo orientada a la creación colectiva de proyectos de arte participativo con potencial de incidir en las políticas públicas culturales del archipiélago canario (Consulta: 09.04.2025, Artishock).

Instalación En trámite

Resulta interesante que este proyecto haya sido financiado por la Dirección Insular de Participación Ciudadana del Cabildo de Gran Canaria. Aunque también parece paradójico que el área de Cultura no se encuentre, al menos, de una forma colaborativa. En pleno siglo XXI es ya casi impensable que la participación ciudadana no esté presente en la toma de decisiones públicas. Si bien es cierto que aún falta camino por recorrer, también lo es que ha llegado para quedarse.

Atendiendo al tema de esta entrada, y buscando información relativa a la formación teórica y práctica recibida por el colectivo de artistas participantes en la exposición «Arte participativo y políticas públicas culturales», nos encontramos con un concepto con el que no estamos del todo familiarizados, y por tanto quizá no se utilice o o no se aplique con normalidad en las políticas culturales públicas: la teoría institucional del arte.

Instalación ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?

En la búsqueda por el universo de Internet, apareció un pequeño artículo, ciertamente aclaratorio, del año 2013, y que probablemente su contenido pueda considerarse anacrónico más de diez años después:

… Esto ha facilitado la aparición de teorías estéticas que definen a la obra de arte únicamente a partir de su pertenencia a un determinado marco institucional. En este sentido, un objeto no se convierte en una obra de arte a partir de ciertas cualidades estéticas e intrínsecas a su configuración física. Tampoco se transformaría en arte desde una particular significación promovida por la percepción “estética” del espectador. Una teoría del tipo institucional establece, lisa y llanamente, que algo es arte en tanto sea parte constitutiva de cierta institución social (el mundo del arte). (Consulta 16.04.2025; Guío Aguilar, Esteban: 2013).

Idea defendida por George Dickie en su publicación «El círculo del arte«, de 1997, parece que cuenta con ciertas incongruencias. En el artículo referido, podemos leer que «… Dentro de las muchas dificultades que posee esta definición, quizás la más importante sea que no otorga un esclarecimiento del hecho artístico pues, como se intentará mostrar, abusa de una circularidad lógica insostenible. Por otro lado, la definición que provee Dickie, aun procurando ser socioinstitucional, clasificatoria y pretendiendo atender a todos los desarrollos artísticos contemporáneos, tiene el defecto de incluir artefactos que no son arte y dejar afuera cosas que de hecho sí lo son«. Una cuestión compleja sobre la que replantearse algunas cosas.

Otro concepto abordado en la formación es la crítica institucional. Y allá que fuimos. Indagando nuevamente en la gran red, encontramos que «La crítica institucional es un enfoque artístico que critica las instituciones, a menudo instituciones de arte como museos y galerías, señalando su poder en la sociedad, desde el poder económico hasta el poder en la configuración de lo que se considera valioso y cómo se recuerda la historia.» (Consulta 16.04.2025).

También encontramos, en el blog Fuera de marco, dirigido por Maite Aldaz, como párrafo que cierra una entrada titulada «¿Qué fue de la crítica institucional?«, del año 2018, la siguiente premisa, que nos llamó mucho la atención:

Si hoy el capital exige, consume y busca determinar el tiempo de la vida misma, el aire que respiramos, el agua que bebemos o el arte y los modos de vida en los que nos desenvolvemos; si privatiza lo común y produce desigualdad y sujeción extremas, la crítica institucional expandida se encuentra con otras problemáticas con las que comparte objetivos. Se postula en su especificidad transversal con otras luchas que igualmente buscan expulsar la precariedad como forma de sometimiento extremo, que defienden la redistribución de la riqueza, la horizontalidad en las relaciones y la diversidad social. Que apuestan, en definitiva, por una vida que merezca la pena ser vivida. (Consulta 16.04.2025).

Instalación No(s) importas

Un artículo que recomendamos para familiarizarnos con el concepto de crítica institucional.

Por último, otro de los conceptos tratados es el arte participativo, entendiendo como tal <<...una práctica artística que involucra activamente al público en el proceso de creación, interpretación y presentación de la obra. A diferencia de las formas de arte más tradicionales, donde el espectador es simplemente un observador, el arte participativo busca crear un espacio en el que los individuos puedan involucrarse de manera directa. Esto puede manifestarse de muchas maneras, desde talleres de arte donde los participantes crean conjuntamente, hasta instalaciones interactivas donde el público no solo contempla la obra, sino que también la transforma.>> (Consulta 18.04.2025). Jugando así un papel como medio de comunicación y medio creativo de interacción social.

Con todo ello, el proyecto formativo y expositivo Arte Participativo y Políticas Públicas Culturales, trabajó con valores como la comunicación a través del arte, la reivindicación social y cultural, la cohesión social a través de acciones culturales, la teoría institucional del arte, la crítica institucional o la creación participativa, entre otros. Una contextualización necesaria e interesante para evaluar la situación actual del arte y el sistema del que forma parte.

Continuando con este breve y escueto acercamiento a la problemática actual del arte y de las políticas públicas culturales -camino imprescindible que nos conduce a la democratización cultural-, nos topamos casi de frente con una publicación sobre la nueva regulación del estatuto del artista (Consulta 01.05.2025), donde se realiza un recorrido contextual de la legislación aplicable, ademas de los tipos de contratos, cotizaciones, prestaciones, etc.

Echando una ojeada rápida, encontramos en esta publicación un párrafo que referencia la importancia de aunar esfuerzos para democratizar la cultura (pp. 25):

El artículo 1 de la Recomendación sobre la participación de la población en general en la vida cultural y su contribución a ella, señala que la norma concierne al conjunto de los esfuerzos que sería conveniente que los Estados Miembros o las autoridades competentes emprendieran para democratizar los medios y los instrumentos de la acción Cultural, a fin de que todos los individuos puedan participar plena y libremente en la creación de la cultura y en sus beneficios, de acuerdo con las exigencias del progreso social (Kahale Carrillo, D. J. La nueva regulación del Estatuto del Artista. Una visión comparada, Vol. 18 Colección del Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado. Madrid, 2023, pp. 25).

Nuevamente aparece la importancia de la participación de la ciudadanía como activo imprescindible de la cultura, y no solo como consumidor, en pro del progreso social. Arte y cultura de la mano para alcanzar una prosperidad social, económica, política y cultural.

El Documento Marco del Estatuto del Artista, el Autor/Creador y el Trabajador de la Cultura versa sobre propuestas de mejora en los ámbitos fiscal y laboral, en las enseñanzas artísticas, protección de derechos de autor, y apuesta por la creación de un código de buenas prácticas aplicable a todos los ámbitos relacionados con el arte.

Dicho documento relee algunas significaciones de conceptos relacionados, y proporciona una nueva interpretación:

1. Redefinir al Artista, clarificando los conceptos de autor, creador, intérprete, etc., ya que elEstatuto del Artista debe mejorar las condiciones de estos, entendidos en sentido amplio,incluyendo no sólo a los de espectáculos públicos (que es el campo subjetivo de aplicación del Real Decreto 1435/1985), sino también los creadores, autores, intérpretes, ejecutantes, técnicos y personal auxiliar.

2. Regular y establecer cuáles son las actividades artísticas, ordenando las profesiones relacionadas con las artes en su conjunto, e incluyendo las actividades técnicas y auxiliares que colaboran en la producción de una obra o un espectáculo artístico. 

3. Definir a los trabajadores de la cultura, considerando como oficios conexos o profesiones relacionadas con la actividad artística al conjunto de oficios técnicos y auxiliares que colaboran con el autor en su proceso creativo y ayudan al intérprete en la recreación de la obra, sin excluir a ningún trabajador que tenga una intervención directa en este proceso.

4. Adaptar a las nuevas formas de creación el concepto de obra u objeto de arte, que actualmente y a pesar de incluir la pintura, la escultura, la cerámica, la fotografía o el dibujo, deja de lado otras manifestaciones artísticas como la creación de vídeos o el arte en red. También habría que eliminar algunos requisitos de difícil comprensión como la exigencia de que la obra esté totalmente hecha a mano por el artista, o la poco entendible limitación de tiradas y copias.

Seguimos indagando a través de esta investigación improvisada, y llegamos a un folleto informativo creado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de España. Brevemente se mencionan los antecedentes, medidas acordadas y aprobadas, reformas legislativas. Una síntesis de lo realizado y medidas llevadas a cabo para abarcar las figuras de los creadores, intérpretes y técnicos; en definitiva, trabajadores y trabajadoras del sector cultural.

Todo un recorrido que se está llevando a cabo para establecer medidas que mejoren las condiciones de los artistas y trabajadores del sector cultural, además de proponer herramientas para modificar las políticas culturales actuales que favorezcan a todos los agentes implicados, desde el sector público al privado.

El proyecto que hemos tomado de referencia, Arte Participativo y Políticas Públicas Culturales, es un buen ejemplo de las tan necesarias reivindicaciones para la mejora de las condiciones del artista y su relación con la administración.

Como ya comentamos, este proyecto fue comisariado por PSJM (Cynthia Viera y Pablo San José), y los artistas participantes fueron Victor Alemán del Toro, Asiria Álvarez, Manola Argento, Paula Bezares Batista, Pablo Ferrera González, Adriana Frutos, Leticia Castelo, Emma Marting, Ángeles Mesa Suárez, Alicia Pardilla, Lourdes Rojas De Echevarría y Yaiza Santana.

La exposición muestra el resultado del taller impartido y estuvo conformada por tres instalaciones: No(s) importas; ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?; y En trámite.

La primera pieza, realizada por Asiria Álvarez, Paula Bezares Batista, Pablo Ferrera González y Yaiza Santana, trata la <<precariedad de los artistas, la imposibilidad de sobrevivir como artista autónomo en un sistema que no se adapta a su realidad profesional, ademas de l insuficiente ayuda de las instituciones públicas>>. Además habla sobre la falta de información sobre la situación real de los artistas. No(s) importas muestra <<la apertura de una convocatoria de ayudas para artistas desde el Ministerio de Cultura, abierta únicamente el día de la inauguración de la exposición. Esta ayuda consistirá en una caja con un kit de ayuda para artistas, a la que puede acceder cualquier persona creadora rellenando un formulario sobre su situación económica y profesional. Como no podía se de otro modo, el desenlace será totalmente frustrante>>.

Por su parte,  ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? <<surge en el marco de la candidatura de Las Palmas de Gran Canaria como Capital Europea de la Cultura 2031>>. Realizada por Manola Argento, Leticia Castelo y Lourdes Rojas De Echevarría, la instalación <<busca crear un espacio interactivo que invite a la reflexión, ofreciendo a los y las participantes la oportunidad de explorar y expresar sus dudas en un entorno creativo y crítico. Un micrófono rodeado de preguntas que flotan entre globos, nos empuja a la incógnita, a articular nuestra propia incertidumbre y a esperar una respuesta. La instalación visibiliza la falta de claridad en el proceso de la candidatura, sino que también invita a los y las participantes a experimentar esta incertidumbre en primera persona; un diálogo frustrado que fomenta el pensamiento crítico y el debate sobre la transparencia y el impacto cultural de la candidatura>>.

La tercera apuesta del proyecto, En trámite, fue elaborada por Víctor Alemán del Toro, Adriana Frutos, Emma Marting, Ángeles Mesa y Alicia Pardilla. <<El proyecto, de carácter performativo y participativo, pone sobre la mesa la situación de desamparo que viven las y los artistas en relación con las instituciones y las ayudas culturales: mecanismos que, en teoría, deberían apoyar al sector cultural isleño, pero que en la práctica obstaculizan y precarizan la labor de las y los profesionales del arte. La acción cuestiona la falta de escucha, las situaciones absurdas y laberínticas a las que lleva la burocracia, la insuficiencia de las supuestas ayudas y oportunidades, y el trato meramente administrativo que reciben creadoras y creadores dentro de un entramado que realmente debería acompañar, respaldar y fortalecer dicho sector.

Las tres propuestas interactuaban a su vez en el espacio de arte digital SaladeArteSocialCOM, una iniciativa muy buena y acertada, que involucraba, per se, el arte digital y las tendencias actuales en este ámbito.

SalaDeArteSocialCOM

Llegados a este punto, y desde lo que hemos podido indagar, comprender e interpretar, hay ciertas cuestiones sobre las que no hemos encontrado respuesta o solución clara y aplicable para redefinir la situación que nos ocupa, desarrollar acciones participativas que de alguna forma influyan en las políticas públicas culturales y de su puesta en práctica.

Podría decirse que el papel de la Administración Pública en la sociedad es crucial para sacar adelante medidas y formas de gestión que beneficien y favorezcan al administrado, a la población. La Administración debe gestionar y distribuir los recursos con que cuenta para alcanzar el mejor desarrollo posible y una convivencia justa y equitativa en todos los aspectos que conforman la vida. Aunque a veces puede ser cuestionable dicha gestión, como en el caso del ámbito artístico y cultural.

Se nos vienen diversas cuestiones a abordar para poder dar forma a las necesidades reales para las mejoras en este sector. Interrogantes como ¿de qué manera puede la Administración, en todos sus niveles, asumir políticas públicas culturales relacionadas con el arte? ¿Tienen capacidad para ello o se sale de sus posibilidades?

Es evidente que la Administración cuenta con diversos niveles con competencias distintas y presupuestos también diferentes, y quizá se hace difícil destinar partidas económicas -bien por prioridades, bien por intereses, por capacidad…- al sector cultural en el que realice su intervención pública.

¿Hay que obligar a la Administración, mediante legislación a cumplir, a remodelar el sector cultural, bajo la premisa de que la situación actual del artista y del trabajador cultural debe mejorar? Este planteamiento podría tener como consecuencias que, por no poder -o no querer- cumplir, se dejarían de incluir políticas y acciones culturales cuyo objetivo fuese el de dinamizar las artes desde las instituciones a todos los niveles. Espacios públicos expositivos, salas de arte, casas de la cultura, las calles de los pueblos, de los barrios, de las ciudades, podrían quedar vacíos o con una menor actividad.

La remodelación del sector cultural debe traer beneficios a los profesionales de esta industria, pero también a la población que la acoge. La cultura para todos dejaría de llegar a todos.

Otra cuestión a abordar es la de si la Administración debe responsabilizarse de remunerar al artista plástico o creativo, como hace con los músicos o actores a nivel local o regional mediante programas específicos. Existen diversos programas dedicados a la creación y preparación de proyectos expositivos, bajo convocatorias públicas, proyectos, invitaciones directas, etc., pero no queda claro si este artista recibe algún tipo de beneficio económico, cobra algún caché o similar por exposición, como sí sucede con el ámbito musical o teatral, cuyos artistas son contratados y cobran de la Administración por conciertos u obras de teatro y otros espectáculos. ¿Cómo aplicar un pago a un artista que realiza una exposición en un espacio expositivo que no cuenta con apoyo económico para gestionar gran parte de las actividades que se hacen desde estos lugares? No todos estos espacios públicos cuentan con financiación o partidas presupuestarias propias para ello. ¿Deberán cerrar a favor de la dignificación de la profesión del artista? ¿Qué solución puede ser aplicable a este tipo de situaciones? La Administración local no siempre estás dispuesta o no tiene capacidad para afrontar este gasto, que puede considerarse como una inversión en la cultura y en la educación de la población que administra.

Definir nuevas tipologías de ayuda o remuneración que beneficie al artista puede ser una forma de abordar el dilema. Ayudas en especie, pagos directos, subvenciones, patrocinios…, son ya algunas de las fórmulas que se encuentran en la práctica. Pero, ¿hay alguna que logre beneficiar económicamente al artista que realice una exposición o actividad similar como si de un caché o sueldo se tratase? Lo desconocemos.

La venta de obras de arte es una manera directa de obtener beneficio por parte del artista, aunque no siempre se consiguen vender obras. En ocasiones la inversión para poner en marcha un proyecto expositivo y exponerlo genera pérdidas y no beneficios que ni tan siquiera cubran costes de creación, transporte o montaje. Y tampoco se puede depender en todo momento de lo público.

Instalación No(s) importas

A este respecto, la Administración sí podría fomentar el coleccionismo, la adquisición de obras de arte que formen parte de colecciones privadas, cuya transacción económica revertiría directamente sobre el artista. Educar a la población en cuanto a valores culturales y artísticos es también una manera interesante de favorecer la mejora del sector cultural y del arte.

Asimismo la Administración en todos sus niveles y departamentos implicados, podría trabajar por aunar conceptos y procedimientos a nivel administrativo para que el proceso sea más rápido y eficaz, y las ayudas, proyectos, subvenciones, etc., lleguen más rápido al artista y se desarrollen en tiempo y forma, y que este pueda poner en marcha su proyecto de forma remunerada.

Volviendo a párrafos anteriores, si se aplicase alguna obligatoriedad en el pago a artistas, no se puede obviar que probablemente aparecerán instituciones que buscarán alternativas a esos artistas para evitar hacer pagos y pasar por la complicada burocracia. La gestión cultural en este ámbito pasaría por la búsqueda de colaboraciones, proyectos institucionales, colaborativos, sin ánimo de lucro, o artistas desinteresados, que no supusiesen reembolso alguno por parte de las instituciones. Y se trata de una realidad que ya es posible encontrar en muchos centros públicos de pequeño formato.

Ya lo dice Vera Fauna en su canción <<Un atraco>>, del disco Dime dónde estamos, sobre la vida del artista, que genera ansiedad y <<…fondo, no hay más fondo, y en el fondo, me conformo…>>. Una situación muy compleja y difícil de poner forma y solución que beneficie a todas las partes. Situación que termina por vencer y hacer que rememos hacia el conformismo del que nos habla la canción.

Manifestaciones, reivindicaciones, críticas al sistema. Acciones cada vez más frecuentes que ponen de manifiesto la precariedad en el sector cultural y la falta de respuestas efectivas. Demasiadas reivindicaciones y escasas propuestas tal vez.

Tras esta exposición y después de todas estas inconclusas reflexiones, es momento de que nos paremos a pensar en qué soluciones, propuestas e iniciativas pueden ponerse sobre la mesa y valorarse, para que, al fin, el artista y el empleado del sector cultural, cuenten con una cobertura profesional justa, remunerada y acorde al papel que desempeña en la sociedad, pues como dijo Milan Kundera, <<la cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir>>.

Mejoras, como nos dice Maite Aldaz, que apuesten por una vida que merezca la pena ser vivida.